Finca Marta: Proyecto agroecológico que ama y funda
Finca Marta: Proyecto agroecológico que ama y funda
Fernando R. Funes Monzote
“Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen”
José Martí
Desde que tenemos uso de razón, en cualquier lugar del mundo, bajo cualquier circunstancia en que vivamos, tenemos solo dos opciones en cada momento de nuestra existencia: crear o destruir. Tomar el camino de la creación y el amor ha sido siempre, por supuesto, el camino más largo, el que más empeño requiere, el que se hace a base de espíritu y compasión. Compartir, ser solidarios, construir, implica una gran cuota de riesgo, de voluntad y, sobre todo, amor al prójimo y una enorme confianza en el futuro. Confiando en el futuro es que decidimos fundar en Finca Marta, crear un espíritu que nos haga sentirnos satisfechos con nosotros mismos y de esta manera contribuir a una sociedad mejor para Cuba y el mundo.
Motivaciones
Nos mueven valores humanos que son la base de nuestro trabajo diario: la búsqueda de la equidad social, el amor por la tierra y el entorno en que vivimos, el compromiso por lograr una producción sana y suficiente. Nos inspira la historia que nos legaron quienes soñaron con lo que intentamos hoy y nos sentimos responsables de hacer realidad una agricultura que ponga al ser humano en el centro de su atención, que utilice las fuerzas de la naturaleza para crear ambientes agrícolas realmente sustentables.
Hacer un cambio en la matriz agrícola de un país requiere de períodos largos. En Cuba hemos tenido una oportunidad histórica de transformar la agricultura hacia un modelo más respetuoso del medioambiente y a la vez productivo y eficiente. Sin embargo, aún se requiere un cambio mayor en la mentalidad y las decisiones para avanzar a ese ideal que hemos tenido frente a nosotros ya por décadas sin haber acabado de germinar.
A inicios de los años noventa se creó el Movimiento Cubano de Agricultura Orgánica y Agroecología. La labor y los logros de este movimiento, que han sido orgullo de millones de luchadores por una agricultura socialmente justa, equitativa y ambientalmente respetuosa, no han podido ser replicados en el tiempo como se aspiraba. La frustración de muchos propósitos de la sustentabilidad de un modelo agroecológico para Cuba y el mundo nos ha mostrado que aún debemos continuar el empeño, cambiar los métodos y estar conscientes que la lucha continúa.
Estudios documentados y numerosas experiencias a nivel mundial nos muestran el potencial de la agroecología para lograr un sistema agroalimentario justo. Sin embargo, el escalonamiento de la agroecología y los métodos orgánicos de producción requiere de nuevas lógicas sociales, económicas y productivo-tecnológicas que solo se alcanzan en la práctica. Es por ello que hace casi nueve años iniciamos el Proyecto Agroecológico Familiar “Finca Marta” con el optimismo y la esperanza de que podemos contribuir a demostrar esos potenciales e inspirar a muchos a iniciar el camino.
Finca Marta
Llegamos por azar a un lugar del campo cubano que no mostraba muchas oportunidades. Fue como una de esas cosas de la vida en las que no sabes por qué, pero sí sabes que hay algo que debes descubrir… y nos enfrascamos en el descubrimiento. Al pasar de casi una década hemos tomado experiencias valiosas, hemos aprendido mucho más de lo que jamás sospechamos y finalmente estamos llegando a una comprensión del porqué. Contaré aquí de manera breve cuáles fueron los pasos que fuimos dando, qué decisiones tomamos, cómo se fue conformando la estructura y el funcionamiento de un proyecto que ha avanzado para beneficio de muchos (y hasta ahora esperamos que sin perjuicio para nadie).
- Debimos buscar agua porque no la teníamos y así fue que decidimos hacer un pozo en la piedra que nos tomó poco más de siete meses. Cavamos y cavamos hasta que encontramos el agua que nos dio la vida y que nos permitió desarrollarnos. Hoy contamos con más agua de la que necesitamos almacenada en aljibes, capturada de la lluvia y transportada a todas las necesidades de los animales domesticados y silvestres, así como los cultivos.
- Comenzamos a limpiar el terreno, había muchas plantas invasoras que impedían el cultivo y teníamos que deshacernos de ellas. Así empezamos a cultivar la tierra, a obtener algunos beneficios para nuestra alimentación y a contar con producciones para la venta. La producción se ha incrementado año por año y seguimos aumentando los destinos y el volumen de ventas, lo que nos permite un mayor impacto en los consumidores en cuanto a calidad, diversidad y estabilidad.
- Paralelamente iniciamos la cría de abejas. Ha sido fascinante cómo incrementamos año tras año el apiario, de contar con una sola colmena hasta tener más de cien en la actualidad. Hemos producido en los últimos ocho años alrededor de 40 toneladas de miel. Aprendimos mucho en este tiempo y ya estamos ayudando a otras personas para que se conviertan en apicultores, les estamos facilitando los medios de que disponemos, de manera que seguimos multiplicando nuestras capacidades y aprendizajes.
- El mejoramiento de las infraestructuras era necesario para perfeccionar el manejo de la finca y la eficiencia de la producción. Es por ello que destinamos tiempo y recursos a la construcción de casas de cultivo para producir posturas, de locales para beneficiar las cosechas, de una vaquería rústica que nos permite hacer un buen uso de los estiércoles, de una instalación para almacenar el equipamiento y los insumos de la apicultura, etc. Además, a través de la cooperación internacional obtuvimos una cámara de frío para la conservación de los vegetales.
- Por otra parte dedicamos esfuerzos al diseño de un sistema energéticamente sustentable, incorporando diversas alternativas de energías renovables como paneles solares para el bombeo de agua, un biodigestor para la captura y distribución de metano para cocinar los alimentos, de calentadores solares de agua, así como la captura y reserva de agua. Estamos planificando hacer una laguna para almacenar mayor cantidad de agua y la cría de alevines, así como instalar un molino de viento para el bombeo de agua y la generación eléctrica.
- El sistema es cada vez más apropiado para el refugio de especies de la fauna silvestre dado que protegemos áreas de la finca para el anidamiento y una vida armónica de aves y mamíferos. Les proporcionamos lugares donde acceden al agua y respeto a sus hábitos de desarrollo.
- En cuanto al involucramiento social, iniciamos nuestra familia y un par de seguidores, especialmente Juan Machado, el pocero de la zona que se ha convertido en nuestro chamán y al que respetamos en alto grado. Machado, además de ser el artífice principal del pozo que cavamos en la roca, ha sido fuente de sabiduría y portador de una inagotable voluntad para continuar adelante. Hoy contamos con veinte personas que son parte del proyecto y hacen su contribución permanente.
- Los salarios se han elevado como resultado del incremento de la producción y la comercialización. El aumento de los ingresos para los miembros del equipo ha estado en alrededor del 20 % anual y el salario ha sido alto, creciente y seguro, lo cual ofrece garantías a los trabajadores. También hemos tenido una capacidad creciente de pago de impuestos al fisco, con lo cual hacemos una contribución permanente a las finanzas del territorio y del país.
- Hemos promovido desde el proyecto las relaciones con instituciones de docencia e investigación y ya hoy contamos con acciones que benefician la formación de estudiantes y la experimentación en diversas áreas.
- En los últimos cuatro años hemos iniciado actividades agroturísticas que han sido de interés de agencias de viaje e instituciones educativas. Debimos restringir incluso la afluencia de personas y combinamos armónicamente, permitiendo la entrada a la finca y la gastronomía solo dos o tres días a la semana, lo cual nos permite seguir desarrollando el sistema agrícola.
El camino, el presente y los propósitos
Cuando iniciamos el proyecto no podríamos sospechar que sería de interés de tantas personas, aunque siempre el propósito fue contribuir desde nuestra experiencia al desarrollo de la agricultura del territorio. Hoy asesoramos al menos a diez fincas más y pretendemos poner en marcha un proyecto para la creación de una Comunidad Agraria Sustentable y una red de entre 50 y 100 fincas en el territorio, conectadas para desarrollar los conceptos que hemos puesto en práctica en Finca Marta.
Consideramos que hay al menos cuatro condiciones para continuar avanzando en las ideas que construimos: la voluntad, los recursos, las oportunidades y el conocimiento.
- La voluntad que lo puede todo, que no desmaya y que no ve barreras. Es además la voluntad el mejor reflejo del amor, el tesón y la esperanza.
- Los recursos, que no son solo el dinero, ese que también hace falta para comprar lo que necesitamos para que el sistema avance. Pero también hay otros recursos naturales y materiales que debemos identificar y utilizar apropiadamente.
- Las oportunidades, tanto de dentro del sistema como de fuera, que nos ayudan a mejorar la percepción de lo que hacemos y a enfocarnos en cómo puede ser mejor. Las oportunidades de orden económico, ecológico o social.
- Y el conocimiento, aquel que nos permite hacer lo imposible. Por supuesto, no solo el conocimiento teórico, el que está en los libros, sino el conocimiento que viene de las raíces del campo y de la vida que fluye en armonía con las necesidades económicas, espirituales y humanas.
Voluntad, recursos, oportunidades y conocimientos, no serían individualmente nada para lograr la integralidad necesaria. Cada una de estas condiciones aporta a la otra de manera dinámica en el proceso creativo.
Hemos identificado seis pilares básicos de nuestra actividad, ellos son: 1) cooperación e integración social, 2) desarrollo de infraestructuras, 3) producción agropecuaria en armonía con el medio ambiente, 4) desarrollo de procesos de educación e innovación agropecuarias, 5) implementación de relaciones de mercado a diferentes segmentos poblacionales, desde la distribución a instituciones sociales priorizadas, la población y el sector turístico y 6) generación de atractivos agroturísticos, de acuerdo con las prioridades de la búsqueda de opcionales demandados por las agencias de viaje a nivel nacional.
En nuestras reflexiones, y conceptualizando el proceso que hemos vivido en casi una década de esfuerzos y creación, identificamos cinco fases que nos muestran el camino recorrido: 1) establecimiento, 2) prueba y error, 3) ajustes al funcionamiento, 4) consolidación y 5) multiplicación. Cada una de estas fases las hemos ido describiendo de manera coherente con nuestros principios y propósitos, que no tienen que ser los de todos. En un libro que estamos por publicar detallamos nuestras experiencias y recomendaciones para cada una de estas etapas.
Sin embargo, ofrecer una guía o definir patrones sobre cómo establecer un emprendimiento agroecológico tiene el riesgo de encerrar la realidad dentro de un cajón, y esto puede limitar la libertad de innovar. Hay cosas que hace un agricultor, resultado de su gestión concreta, que no podría describirlas completamente, que son imposibles no solo de explicar, sino también de replicar. Precisamente una de las mayores satisfacciones del ser humano es la de crear.
En agroecología crear está en el ejercicio de diseñar sistemas biodiversos, heterogéneos y dinámicos, de modelar el paisaje y conformar ambientes agrícolas sanos y modos de vida atractivos, agradables, equilibrados. En agroecología la innovación, las decisiones relativas a un lugar específico y el ajuste a una situación socioeconómica concreta, son imprescindibles. En agroecología la creación es parte de comprender lo que ya existe y no alterarlo, sino preservarlo, está en aprovechar las fuerzas de la naturaleza, identificar lo que hay y activarlo en función del proceso. En agroecología crear significa establecer relaciones a los diversos niveles de la vida y entender cómo manejar las relaciones de poder, equidad, integración y complementariedad. Pero, sobre todo, en agroecología la esencia está en lograr, a través de la creación, un ser humano mejor.